Pantalla negra. Uy, qué ha pasado. Se ha colgado. No, los iPhone no se cuelgan. No va. Click. No va. Click, click. Aaaaaarg. Se acaba de morir mi tercer iPhone. Veo mi cara de pasmada reflejada en el Black Mirror: asombro, más asombro… y cabreo. Empiezo a pensar en la obsolescencia programada. He tenido tres iPhone y los tres se han roto de forma inexplicable (dos por la antena y otro por la bobina, los 3 terminales impecables y bien cuidados, y Apple ha pasado de mi cara). Y por el precio que tienen lo encuentro infame. Pero los precios de los últimos modelos los encuentro indecentes y proclaman a Apple: la manzana prohibida.
Perdona… ¿cuánto has dicho que vale el iPhone X?
1.159€. No, perdón. Quería decir desde 1.159€. Que tú puedes tener un móvil bien chulo por 59€, un smartphone bien útil por 159€ o menos… Pero iPhone ha dicho: ponle al X un precio desorbitado. Total, nos lo van a comprar igual. Pues sí. O pues no. Porque yo he sido a tope de Apple –desde mi Power 7.500 hasta mi recién difunto iPhone 6 he tenido iMac, eMac, iPod, Power Book, MacBook Pro, G4, G5,… y los otros dos iPhone, difuntos también– pero ahora que hago balance y veo lo impresionantemente chulos que fueron aquellos iMac de cuando Steve Jobs volvió a Apple, y cuando el iPod vino a cortar con todo lo establecido en reproductores de mp3. Pero no solo en cuanto a reproducción, sino también en cuanto a usabilidad y diseño. Y con cuánta ansia esperamos al nacimiento de los iPhone, que también rompieron con todo. Y todos imitaron a Apple. Y ahora, cuando sale un señor disfrazado de Steve Jobs para decir que el iPhone 7 tiene una cámara que es la pera o que el iPhone X tiene reconocimiento facial… me da pena. Pobre Steve Jobs.
Steve Jobs, después de morirse se ha muerto varias veces más
Steve Jobs, después de morirse se ha muerto varias veces más: de rabia, de impotencia. Lo oigo revolverse en su tumba. Y es que Apple NO NOS HA VUELTO A SORPRENDER. Sin embargo, se comportan como si sí. Pantalla sin bordes: perdona… ¿Y ese «flequillo»? Gente aplaudiendo como niños en el circo a funcionalidades que otros smartphone tienen hace tiempo: ¿Face ID? Pues vale. Que lo tenga. Como lo tienen los Samsung S8. Pero no me lo vendas como la bomba. Me da la risa cuando pienso en la presentación del iPhone 7 y no hacían más que sacarlo por detrás, por lo de la cámara. Y Steve revolviéndose en su tumba diciendo «¿Pero es que nadie ha visto que no está integrada, que se saleeeee?». Pobre Steve Jobs. Con lo que aplaudimos cuando se sacó el iPod Nano del bolsillo pequeño del vaquero («Not this pocket. THIS pocket» ¡Buah! Conquistados. A comprar el iPod Nano pero YA). Y ahora voy a la tienda Apple y veo EL MISMO sistema operativo. Quiero decir: la misma apariencia. ¡Por Jobs! que hasta el del Windows Phone me parece más moderno, más intuitivo, más configurable a mi gusto. Que por cierto es el que estoy gastando ahora. Y estoy encantada. Un Nokia con Windows Phone. Con lo que yo he sido…
Tengo reservado un Xiaomi Mi A1 en color rosa. Por poco más de 200€. Porque yo lo valgo, porque él lo vale y porque el iPhone X no. Y el modelo 8 tampoco. Y voy a tener prestaciones de gama alta en este móvil de gama media. Y por un precio que no voy a pensar que me toman el pelo. No entiendo de precios prohibitivos para prestaciones poco novedosas o terminales que parecen el mismo. La misma manzana. Apple: la manzana prohibida, o prohibitiva.
Imagen de los iMac: Applesencia
Imagen de los Xiaomi: Xataka
Imagen del Nokia: mi menda lerenda 😉
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Son muy buenos precios para la calidad que nos dan.